domingo, 15 de noviembre de 2015

La barbarie azota de nuevo

La última semana de octubre la pasé en el País Vasco acompañando a un coro francés que venía a concursar a Tolosa, un certamen coral internacional de gran nivel y al que vienen cada año algunos de los mejores coros amateurs, con un nivel increíble. Este año el coro de ese nivel increíble, que ha ganado todos los primeros premios, ha sido precisamente Mikrokosmos, el coro al que la organización del certamen me puso como acompañante y traductor. Entre ensayos, viajes y conciertos, durante siete días, se fueron tejiendo lazos emocionales importantes. Ha sido una aventura única e inolvidable, para ellos porque hicieron unos conciertos magníficos y un concurso fenomenal, para mí porque pude vivir todo aquello y porque me admitieron en su grupo como si fuera uno más de ellos. Tanto es así que, una vez pasado el concurso, a las tres de la noche y en la playa de Zarautz, donde nos alojábamos, pude aprender una de las canciones que hacían en los bises de los conciertos. En la ceremonia de clausura, después de recibir todos los premios, volvieron a cantarla como bis y entonces yo me colé como espontáneo. En el vídeo soy el único que no va vestido de negro.

 Si cuento esto no es por narcisismo, de hecho yo hubiera querido hablar de este coro en otros términos y poner otros enlaces que quedan para otra entrada, para otro día. Si lo cuento es porque alrededor del segundo 40 del vídeo alguien me cogió por los hombros y me convirtió en el hombre más feliz que nunca ha pisado una escena. Véase el vídeo y se comprenderá lo que digo. Ese alguien se llama Anaïs y vive en París, al lado del escenario de la tragedia del viernes.

 Si cuento todo esto es para desahogarme, porque Anaïs me ha escrito emocionada y poco menos que entre lágrimas. El viernes por la noche se reunían en París varios cantantes de Mikrokosmos que aparecen en este vídeo. El barrio estaba muy animado y decidieron buscar algún bar más tranquilo unas calles más allá. Afortunadamente para ellos hay que decir, porque escucharon las detonaciones y las balas sonando en las calles por las que habían pasado antes. Anaïs tuvo que volver a casa entre sirenas de ambulancias, evitando la masacre, y pasó toda la noche llamando a amigos y conocidos.

 Yo no sé si la música podrá ayudar a traer algo de paz y raciocinio a esta humanidad que avanza a pasos agigantados a una nueva y oscura Edad Media, lo que si sé es que ni las bombas ni las balas ni el odio nos harán mejores. Levantemos bien alta la cabeza, denunciemos todo lo denunciable y no dejemos que nuestro ánimo decaiga, la vida continúa y está llena de cosas hermosas como la música que canta el coro Mikrokosmos.
 

1 comentario:

  1. Tenía pendiente ver el vídeo. ¡Sí que destacas al no ir de negro! :D

    ¡Me sorprenden especialmente los graves! :O

    Por lo sucedido, yo no creo que vayamos a una época de oscuridad, pero sí que tenemos graves problemas que se habría que poner a resolver entre todos los países de una vez y dar un paso adelante para evolucionar como especie y dejar atrás la barbarie.

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