domingo, 2 de septiembre de 2018

Simon Rattle y la Novena de Mahler


Cuando era apenas un joven en la veintena fue nombrado director titular de la Orquesta Sinfónica de Birminghan, un hecho que pasó entonces desapercibido incluso para la prensa especializada. La orquesta estaba poco menos que al borde de la disolución y el nombre de Simon Rattle, ese joven de pelos revueltos, no decía nada a nadie. Poco a poco fue construyendo una de las mejores orquestas británicas en Birminghan, empezó a colaborar con otras orquestas, levantó uno de los ciclos más celebrados de música del siglo XX, para terminar años después sucediendo a Claudio Abbado en la que es la Orquesta con mayúsculas, la Filarmónica de Berlín. Tras casi veinte años de colaboración, Rattle no quiso renovar su contrato en Berlín y tomó la ruta de Londres, donde desde 2017 es el director titular de la LSO, la Orquesta Sinfónica de Londres.

 Aprovechando unos días de vacaciones en Cantabria que coincidían con los primeros conciertos del Festival de Santander de este verano, quise regalarme un concierto con una de esas obras que todo mortal que se precie debería escuchar al menos una vez en su vida en un concierto en vivo. Rattle y la LSO han venido a dar dos conciertos en Santander y yo pude asistir al primero de ellos con la Novena Sinfonía de Mahler, obra que conocía de apenas un concierto por televisión con Abbado y la Orquesta del Festival de Lucerna (no he encontrado el vídeo en youtube, pero es altamente recomendable).

 Escribir del universo que abarca esta monumental obra de Mahler excede el espacio que me doy para estas entradas y, sobre todo, excede mis conocimientos y mis capacidades. Obra que para algunos críticos anticipa la muerte del compositor, que se sabía ya mortalmente enfermo cuando escribió la partitura. Para otros, teoría que yo comparto, la obra no es una profecía de la extinción del propio compositor, sino el recuerdo de la muerte en carne propia, esto es, de la muerte de su hija Maria Mahler unos años antes.

 En una interpretación llena de una emoción rara y difícil de describir, Simon Rattle dirigió su propia versión llena de vida. Va en contra de todo lo que se ha escrito sobre la Novela de Mahler, pero yo no pude sentirlo de otra manera. Desde el arranque de los primeros compases era evidente que allí iba a pasar algo. Y así fue. En una obra que viene a durar una hora y media Rattle hizo una perfecta demostración del manejo de la tensión-relajación, sin los que es imposible comprender esta obra post-romántica.

 Como los grandes maestros, nos dejó lo mejor para el final. Durante ese adagio infinito con el mayor diminuendo que nunca se ha escrito, “agonizando” tal y como está anotado en la partitura, la tensión fue creciendo de tal manera que, quien esto escribe, sintió literalmente una aceleración del pulso cardiaco como nunca me había ocurrido antes en un concierto. Y mira que he escuchado conciertos. El final se cerró con un silencio respetuoso que duró lo que la música pedía. Al final aplaudimos y, muchos, salimos de allí pensando que habíamos vivido un momento único, difícilmente repetible e inolvidable. No habrá grabación alguna que pueda rendir justicia a un momento como ese, a un instante eterno en el que el tiempo se paralizó y dejó de existir.

 Al salir la noche era agradable y se impuso un paseo al borde del mar. Hacía falta volver a pisar la Tierra y volver a la realidad después de una experiencia tan emocional. Gracias sir Simon Rattle.

 A falta de otra grabación disponible, y puesto que tengo a Haitink también por otro gran mahleriano, aquí va una grabación de hace algunos años con la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam. Los impacientes pueden ir directamente al 1:02:45 para escuchar el último movimiento, pero que dejen para otro día lo que estaban haciendo, que se instalen con unos buenos altavoces y que disfruten, que esta música lo merece.

 

6 comentarios:

  1. Pues ya la podían tocar un día en Toulouse e iría encantado al Halle aux Grains a disfrutarla!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ja, ja, pues espera sentado. El caso es que aquí ha habido algunos conciertos muy buenos, por ejemplo con la misma orquesta y Gergiev dirigiendo La Consagración. Pero Rattle está en otra órbita.

      Eliminar
    2. Jejeje Ya imagino. Me refería a que la tocara la orquesta de Toulouse, la 9 de Mahler. Creo que este año van a tocar algo de Mahler, pero no ésta.

      Eliminar
    3. Pues el director que tienen es bueno, lo que pasa es que la acústica de la Halle aux Grains es patética, y de tanto tocar ahí la orquesta tiene un techo que no supera. Pero para ser sinceros yo los escucho poco. Eso sí, cuando estoy de viaje y pillo alto intento compensar! Apunta la fecha del 13 de octubre y la Chapelle de Carmelites si quieres escuchar un concierto coral que te puede gustar.

      Eliminar
  2. Vaya, no pensé que fuese mala la acústica. A mí me gustó aunque no he ido a un buen auditorio con el que poder comparar. Había leído que tiene buena acústica aunque le falta volumen y quizá no sea la más cómoda, pero es un sitio muy especial, desde luego.
    ¡Me tendré que marcar como tarea ir a un buen auditorio para escuchar la diferencia!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Leo tarde tu entrada. La Halle aux Grains es una sala bonita, pero poco funcional, le faltan cosas. La acústica es muy dispar, si estás arriba oyes muy poco, y si estás abajo y cerca oyes bien, pero plano, el sonido directo y nada más. Si algún día tienes oportunidad escucha música en el Concertgebouw de Amsterdam, es una experiencia que te cambia todos los conceptos que puedas tener de la escucha de la música. Y te espero el 13 de octubre a las 20:30 en la Chapelle des Carmelitas, espero que te guste.

      Eliminar