Eriks Esenvalds es un compositor letón desconocido todavía en gran parte, pero que empieza a tomar una cierta importancia dentro del enorme y rico panorama coral. En el reciente Certamen Coral de Tolosa he tenido la oportunidad de acompañar a un coro francés de enorme calidad que cerraba sus conciertos con esta pieza aparentemente fácil pero de una dificultad enorme: es muy fácil pasarse con el azúcar en música, y esta pequeña canción se presta a ello; afortunadamente no fué el caso del coro que acompañé y que consiguió ponerme los pelos de punta cada vez que la cantaban, ya fuera en un concierto o abrazados en plena calle justo antes de ir a cenar. Traigo una interpretación del coro del Trinity College. Qué mejor que esta belleza para luchar contra tanto ruido como sufrimos últimamente!
El texto es de Sara Teasdale, y en ausencia de traducción lo dejo tal cual:
Only in sleep I see their faces,
Children I played with when I was a child,
Louise comes back with her brown hair braided,
Annie with ringlets warm and wild.
Only in sleep Time is forgotten —
What may have come to them, who can know?
Yet we played last night as long ago,
And the doll-house stood at the turn of the stair.
The years had not sharpened their smooth round faces,
I met their eyes and found them mild —
Do they, too, dream of me, I wonder,
And for them am I too a child?
Y por si alguno se quedó con ganas, vaya otra joya que pude escuchar los días pasados en Tolosa: Stars, cantada aquí por el Coro del Estado de Letonia. El coro que lo cantó en Tolosa bajó del escenario y nos rodeó, provocando un efecto irrepetible con altavoces y demostrando una vez más que la emoción de la música en vivo es insustituible.
Qué preciosidad!
ResponderEliminarLa primera es verdad, parece muy sencillota, casi pop. Pero la chavala se luce, una verdadera maravilla. A mí me daría pavor ponerme en el lugar de esa chica, está totalmente expuesta, toda la atención centrándose en ella... qué responsabilidad!
En el coro que yo acompañé cada día cantaba una soprano diferente. El primer día se puso sola ante el peligro una joven, 25 años, con apariencia de 15, colorada como un tomate de timidez, pero con una resolución admirable. Fue uno de esos placeres musicales que te llevas contigo durante años.
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