En la anterior entrada del blog traía el jaleo de las lenguas vehiculares y el proyecto de ley de educación, la que ya están llamando ley Celáa por el nombre de la ministra, y prometí volver sobre la ley. Dejando atrás el asunto de los idiomas, del que por cierto cada vez leo más burradas sin sentido, hoy me quiero ocupar de lo que me parece el verdadero problema de la educación española, pero para ello necesito traer una cita, no es muy larga pero no tiene desperdicio:
«La otra salvedad terminante, que va a disgustar a los liberales, es ésta: en ningún momento, bajo ninguna condición, en ningún tiempo, ni mi partido ni yo, en su nombre, suscribiremos una cláusula legislativa en virtud de la cual siga entregado a las órdenes religiosas el servicio de la enseñanza. Eso, jamás. Yo lo siento mucho; pero ésta es la verdadera defensa de la República. La agitación más o menos clandestina de la Compañía de Jesús o de ésta o de la de más allá, podrá ser cierta, podrá ser grave, podrá ser en ocasiones risible, pero esta acción continua de las órdenes religiosas sobre las conciencias juveniles es cabalmente el secreto de la situación política por que España transcurre y que está en nuestra obligación de republicanos, y no de republicanos, de españoles, impedir a todo trance. A mí que no me vengan a decir que esto es contrario a la libertad, porque esto es una cuestión de salud pública. ¿Permitiríais vosotros, los que, a nombre de liberales, os oponéis a esta doctrina, permitiríais vosotros que un catedrático en la universidad explicase la astronomía de Aristóteles y que dijese que el cielo se compone de varias esferas a las cuales están atornilladas las estrellas? ¿Permitiríais que se propagase en la cátedra de la universidad española la medicina del siglo XVI? No lo permitiríais; a pesar del derecho de enseñanza del catedrático y de su libertad de conciencia, no se permitiría. Pues yo digo que, en el orden de las ciencias morales y políticas, la obligación de las órdenes religiosas católicas, en virtud de su dogma, es enseñar todo lo que es contrario a los principios en que se funda el Estado moderno. Quien no tenga la experiencia de estas cosas, no puede hablar, y yo, que he comprobado en tantos y tantos compañeros de mi juventud que se encontraban en la robustez de su vida ante la tragedia de que se les derrumbaban los principios básicos de su cultura intelectual y moral, os he de decir que ése es un drama que yo con mi voto no consentiré que se reproduzca jamás».
La cita está extraída de un discurso de Manuel Azaña en una sesión de las Cortes de octubre de 1931, el discurso en el que pronunció “España ha dejado de ser católica”, que tanto se ha sacado de contexto, y que en el propio discurso Azaña explica con detalle y sin ambigüedades. El asunto que se discutía en aquella sesión era la separación de Iglesia y Estado como uno de los pilares fundamentales y esenciales de la nueva República. Pero Azaña no se quedó ahí, él intuía el problema para las futuras generaciones que supondría seguir dejando la educación en manos de la Iglesia católica. Y ese es el asunto del que yo quería hablar hoy al referirme a la ley Celáa, porque más allá del tímido intento de bloquear la cesión de suelo para más colegios privados, hasta donde yo sé la ley no toca nada de lo más fundamental: devolver la educación en España a la esfera de lo público, de todos, pagado por todos y para todos.
Ya vamos para el medio siglo desde la muerte del dictador y nadie, absolutamente ningún gobierno, se ha atrevido a meter mano a lo que, a mi modesto entender, es el gran problema en España, una educación todavía muy dirigida por la Iglesia católica. No basta con saber que el porcentaje de escuelas privadas, mayormente católicas, es uno de los más altos en Europa, es que además la financiación pública de la enseñanza es irrisoria en el contexto europeo, solo por delante de Italia, Eslovaquia, Grecia, Bulgaria, Irlanda y Rumanía; estamos una vez más en el furgón de cola. El estado actual de la educación en España es una auténtica catástrofe y hemos perdido mucho tiempo y varias generaciones. Yo no quiero hablar de los informes PISA, dejo eso para otros expertos, pero la realidad es que la formación, la educación en España, y me duele decirlo, tiene todavía el sesgo de la dictadura, donde se educaba futuros siervos y en ningún caso ciudadanos críticos y capaces.
Pido un pequeño ejercicio de memoria al lector y que recuerde cuántas reformas educativas ha habido desde 1975, y cuántas veces los ríos de tinta se han dedicado a hablar de la enseñanza de la religión, la católica por supuesto, en lugar de hablar de educación, de Educación. Cortinas de humo en el fondo porque no se ha querido atacar el verdadero problema: la religión sigue estando presente por todas partes, no se educan ciudadanos, se educan seres dóciles que sean útiles para ser gobernados por un poder que además es cada vez más incompetente.
Se me podrá llamar exagerado, se me podrá decir que hay cosas que han mejorado, y yo contestaré que la sociedad española se parece más a una teocracia como la de Irán que a un estado moderno europeo. En esta misma semana se han dado dos ejemplos de ello, desde un grupo pidiendo plegarias a un Cristo por la pandemia, a un presidente de una Universidad (privada y… católica) diciendo una serie de barbaridades que merecen una destitución fulminante que no se va a producir en la católica España. Todo esto es un insulto a la inteligencia, un atentado a cualquier idea de progreso y modernidad y tiene que se extirpado en el Estado moderno.
La escuela es el primer bastión, el primer pilón de la construcción de una sociedad de ciudadanos libres y con criterio propio. Todos conocemos el famoso discurso del maestro en la película La lengua de las mariposas, pido al lector que piense realmente si esa primera generación de ciudadanos libres ha crecido alguna vez en España, porque yo no lo veo, yo solo veo mayorías sin discernimiento siguiendo al que más chilla sin importar la imbecilidad de lo que está diciendo.
PS1: los datos en España son un 67% de escuela pública. En Francia, donde vivo, es el 83%. Fuente Eurostat.
PS2: porcentaje de PIB dedicado a la educación en España: 4%. En Francia es el 5.1%, en Portugal el 4.5%, en Finlandia el 5.5%. Datos de 2018.
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A ver si aumentamos el número de visitas de tu espacio con algún empujoncito. :)
Pues mira, llegó a portada. ¿Cómo sienta la fama? :)
ResponderEliminarPues sienta fatal, porque por aquí pasáis cuatro amigos y he estado una semana sin darme cuenta que había comentarios. Esto del menéame ha sido la bomba! Gracias!
EliminarO sea que el problema de la educación en España es porque se está adoctrinando por el catolicismo, cuando cómo tú dices, la mayoría de la educación es pública y por tanto laica, y sobretodo cuando hay menos de un 24% de católicos practicantes en España? Mucha lógica no veo en tus palabras
ResponderEliminarLo que digo es que el primer problema que hay que resolver en la Educación en España es el de la presencia de la religión católica, que es el tapón que impide llegar a un consenso educativo que nunca se ha dado porque a la jerarquía católica, y por extensión a su brazo político el PP, nunca le ha interesado. Reforma tras reforma cada día vamos a menos en Educación.
EliminarSe nota que no sabes lo que es un colegio católico. La vida ha cambiado un poquito desde el año 32 ¿sabes? Hoy los colegios católicos educan con altísima calidad. El problema de la educación en España no es la escuela concertada; pero mientras este sea el debate ficticio, nuestros políticos, que no saben nada de educación, pueden seguir sin invertir un solo euro en la educación pública y cambiar hacia una estructura más moderna como en el resto de Europa. Curiosamente, la nueva ley de educación no tiene ni una sola propuesta que pretenda mejorar la educación pública. Podrías escribir sobre ésto.
ResponderEliminarNo se como mide usted lo de la "altísima calidad" de la educación en los colegios católicos. A mí me parece que la sola presencia de una doctrina religiosa ya le quita puntos. De todos modos yo no hablo de la calidad de esos colegios, sino de otra cosa: la imposibilidad de conseguir un consenso educativo para varias generaciones que forme ciudadanos, y no cabestros que solo siguen las consignas del que más grita, que es lo que actualmente tenemos en España. Y que ese consenso esté basado en una presencia masiva de una escuela pública, cuya función no sea adoctrinar ganando dinero además.
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