miércoles, 16 de abril de 2025

La tradición y la interpretación de la música de Bach

 


La interpretación de la música antigua y barroca ha sufrido a lo largo de las últimas décadas una evolución que bien podría en realidad ser llamada una revolución, si no fuera porque en música los cambios no siempre se dan en forma de una toma de la Bastilla, sino de forma más gradual y, afortunadamente, cortando menos cabezas por el camino.


Si tomamos como ejemplo al único dios verdadero sobre la Tierra, esto es, Bach, y de ese libro sagrado que es toda su obra nos fijamos en el capítulo que es la Pasión según san Mateo, podemos ver a través de las interpretaciones de esta obra monumental todos los cambios que se han producido desde los años 1960, cuando Nikolaus Harnoncourt y Gustav Leonhardt eran solo unos pioneros a los que pocos conocían y aun menos tomaban en serio. 


A la altura de esos años 60 la tradición interpretativa que nos llegaba era la que venía de la recuperación de la Pasión que había hecho Mendelssohn a mediados del siglo XIX. Desde aquel histórico re-estreno de la Pasión las orquestas sinfónicas van a crecer en tamaño, el sonido de los instrumentos cambia con nuevos materiales, como las cuerdas metálicas que sustituían a las de tripa, o los pistones en las trompas y las trompetas, que les dan un color más brillante. Y así a mediados del siglo XX es habitual asistir a conciertos de la Pasión con un enorme número de intérpretes: la obra exige dos orquestas, dos coros y una larga lista de solistas vocales, lo que alimenta a quienes gustan de la gran masa interpretativa. Pero la revolución en los instrumentos y en la forma de interpretar la música va a reducir también el número de intérpretes. Ahora el criterio interpretativo va a ser otro, los tempi van a ser más ligeros, algo lógico si pensamos que los instrumentos de época tienen un sonido menos denso, y por tanto el tempo ha de ser otro en la interpretación. Las interpretaciones en grandes salas de concierto con instrumentos nuevos y con criterios que son herencia romántica, van a dar lugar a interpretaciones con menos instrumentistas y, sobre todo, con apoyos musicales y acentos diferentes. En un compás de tres por cuatro, el tercer tiempo no va a ser alargado para llevar el sonido al primer tiempo del siguiente compás, sino que un acento en el primer tiempo va a dar como consecuencia una ligereza al tercer tiempo, provocando una sensación de un tempo más rápido y de un sonido más limpio que hace escuchar mucho mejor los temas musicales que Bach va a escribir dentro de cada aria y cada coro. 


Veamos esto con el aria “Mache dich, mein Herze, rein”. Propongo aquí dos vídeos y que cada uno escoja sin preocuparse de otra cosa que de su gusto personal, aquí no hay una interpretación “mejor” que otra, no se trata de eso. 


En el primer vídeo está la interpretación de Walter Berry, un cantante con voz operística capaz de defenderse a gusto con un repertorio wagneriano, y acompañado por Karl Richter y su orquesta Bach de Munich, un director que convivió con los principios de la revolución de la que hablamos, pero que fue siempre fiel a su forma de interpretar, aunque las modas empezasen a cambiar. En el segundo vídeo, el intérprete es Klaus Mertens, dirigido por Ton Koopman, Orquesta Barroca de Amsterdam a su cargo, con una interpretación muy diferente, voz más ligera que la de Berry, apoyos instrumentales también de acuerdo con los instrumentos de época y la sonoridad menos densa que conlleva.   


 


Como en tantas otras cosas en la vida, no falta la vehemencia cuando entre aficionados hablamos de estas cosas. Y si bien es común hoy en día aceptar la interpretación con instrumentos de época, tanto que su forma de interpretar ha “contagiado” a los instrumentistas con instrumentos nuevos, que ya aligeran su sonido e interpretan con similares criterios, lo cierto es que en lo que se refiere a las grabaciones uno es libre de escoger lo que quiera, y así, yo que escucho el barroco solo con los historicistas, me recreo como un crío lamiendo un caramelo cuando escucho esta versión de Christa Ludwig y Otto Klemperer del aria Erbarme dich, seguramente el aria más conocida de la Pasión. Y a paseo con los dogmatismos.


Pero no solo de instrumentos musicales vive la música de Bach. En lo que se refiere a los coros y a la forma de cantar los cambios no han sido menos notables. El sonido de los coros profesionales ha perdido el vibrato tan acusado que nos muestran las grabaciones más antiguas. Los coros que interpretan música barroca, y no solo los especializados en este período, han ido mutando en un sonido más limpio y directo, sin vibrato o sin apenas vibrato, lo que influye sin duda en la interpretación. Ejemplos de esto que digo son estos dos vídeos con los que ya termino esta entrada, los dos son el coro final de la Pasión, en el primero la interpretación es de Karl Richter y su enorme ejército de instrumentistas y coristas (Orquesta y Coro Bach de Munich), y el segundo es de Philippe Herreweghe, un director que dirige su propio conjunto, el Collegium Vocale de Gante, cuya calidad está fuera de duda, en una formación que puede ser pequeña para una gran sala de conciertos, pero que es suficiente para una iglesia, y que está mucho más de acuerdo con el número de intérpretes con el que debió contar el propio Bach cuando estrenó la obra en la iglesia de santo Tomás de Leipzig hace ya casi tres siglos.


Y si el lector ha tenido paciencia de leer y escuchar hasta aquí, le animo a que siga trasteando por internet, escuchando y sacando sus propias conclusiones, que es al fin y al cabo de lo que se trata.



 

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