domingo, 22 de julio de 2018

PATRIA - Fernando Aramburu



"Entonces, al mirar a los ojos de su víctima no le quedó más remedio que ver su humanidad y ya no era un enemigo, ya era una persona. Y no se atrevió"

 La forma que uno tiene de acercarse a cada una de sus lecturas puede condicionar el resultado de estas. No es lo mismo leer una novela como Patria, de Fernando Aramburu, en el momento de su publicación en septiembre de 2016 que hacerlo casi dos años después, cuando ha recibido premios, ha sido traducida con gran éxito, ha visto una barbaridad de reediciones… y el lector ya se forma una idea (equivocada) de la lectura que tiene por delante.

 El relato del terrorismo vasco todavía tiene que hacer su recorrido en el cine y en la literatura. Llevado por algunas críticas benevolentes esperaba poco menos que encontrarme con una novela que fuera la continuación de la trilogía de Ramiro Pinilla. Pero no es el caso. La historia, las historias, que cuenta Patria, con ser verosímiles, son apenas un pequeño retrato oportuno que reúne no pocos tópicos. Desde el terrorista fuerte y grandullón a esas dos madres testarudas hasta la extenuación (de los otros) que, con ser retratos que uno imagina como posibles, no aglutinan más que algunos de los muchos matices que se han tejido a lo largo de cincuenta años de terrorismo. Es de agradecer la sinceridad de Aramburu en alguna entrevista en la que reconoce que no ha sido su pretensión contar el relato del terrorismo, puesto que para él este no cabe en una novela. La ventaja y el problema para Patria como novela es que seguramente es la primera novela que ha tenido tanto éxito contando un relato del que mucho o casi todo está por escribir en la ficción.

 Patria es una novela que no hubiera sido posible publicar hace diez o veinte años, aunque solo fuera porque la breve descripción de las torturas en Intxaurrondo hubiera llevado detrás un proceso judicial que vaya usted a saber como hubiera terminado. A mi modesto entender no hay equidistancia en el relato, este se teje a partir de la familia del Txato, asesinado por ETA por no pagar el impuesto revolucionario, pero también se da voz a la familia abertzale y se relata su parte de sufrimiento. En resumen, Patria pone voz a los otros, y que cada uno defina para sí mismo quienes son los otros en el relato del terrorismo vasco.

 En alguna de las inevitables pausas que uno se toma para leer 600 páginas de novela, he recordado el caso del estreno de Tierra y Libertad, de Ken Loach. Yo vivía en Madrid entonces y recuerdo por primera vez muchas conversaciones en las que era posible hablar de la Guerra Civil, o de algún episodio de esta, en el que nadie levantara la voz ni se marchase airado por alguna opinión discordante; era la primera vez. Me pregunto si Patria ha podido provocar remotamente algo parecido en el País Vasco. Como dice el propio Aramburu, las heridas cerrarán y quedarán las cicatrices, pero seguirán estando ahí y habrá que vivir con ellas.

 Acabo con música y en el caso de Patria es inevitable. Se trata de Txoria Txori, una canción de Mikel Laboa que se ha convertido en todo un himno. Dudo mucho que Laboa la escribiera pensando en que ayudara a resistir las torturas a un terrorista en manos de la Guardia Civil, que es lo que ocurre en la novela. Txoria Txori es un canto a la libertad, nunca a la lucha armada. En mi caso me quedo, una vez más, con un arreglo a capella que es el que a mí me ha acompañado en muchas ocasiones. Una de las últimas fue en un concierto que dimos un conjunto vocal en un pueblecito de Iparralde. Nadie habla euskera por las calles, pero cuando empezamos a cantar la iglesia entera se unió a nosotros y formamos juntos un coro formidable; a la salida se empeñaron en invitarnos a cenar, que hay que ver como son los vascos, incluso en el lado francés.

Continuará...

 

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