domingo, 18 de agosto de 2019

De vez en cuando la vida...



  Habiendo formado un grupo de música antigua con el nombre de Capella Mediterranea el más foráneo pensará que el destino estaba escrito, pero la realidad es que la trayectoria (brillante) de Leonardo García Alarcón dentro del mundo de la llamada música antigua no hacía presagiar que algún día acabaría alternando el Siglo de oro hispano con… Joan Manuel Serrat. Sabíamos que había editado un disco con músicas de Serrat, y la curiosidad nos llevó a hacer unos cuantos kilómetros hasta dar con uno de esos rincones hermosos de la Occitania francesa, donde la Capella Mediterránea y Leonardo García Alarcón nos iban a ofrecer uno de esos programas de música que te lleva a comprar el disco a la salida, para luego escucharlo en bucle una y otra vez intentando rememorar el desbordamiento de emociones a que dio lugar el concierto.

 


 Hacía algunos meses que había escuchado Mediterráneo en la versión de la Capella Mediterránea en un programa de radio, impagable France Musique, todo un ejemplo de lo que debe ser una emisora pública, al servicio (y la educación!) del público. Pero la función de la música es la intemporalidad de la interpretación/escucha en vivo, algo insustituible. Dicen que ha sido el mes de julio más caluroso a nivel planetario, puedo asegurar que estábamos en plena canícula en el Sur de Francia, alerta naranja o algo parecido, un calor de mil demonios, pero fue empezar a escuchar a Mariana Flores cantando De vez en cuando la vida y a mí me empezó a recorrer un escalofrío por toda la espalda que no entendía de canículas ni de nada parecido. El tiempo, en la concepción metronómica que le damos, se había detenido, estábamos en otro sitio, en otro lugar, transportados por Serrat en la voz de Mariana Flores.

 

 A partir de ahí hubo de todo. Ensaladas de Mateo Flecha, una versión al arpa de la Música Callada de Mompou, unas jácaras de Ribayaz… todo cabía en el cajón de sastre de la música provocando emociones. Se puede pedir más? Yo salí de allí fresco como una rosa, era medianoche, el termómetro marcaba todavía treinta grados, pero sentía un frescor de adolescente recién enamorado que yo no vivía desde hacía mucho. Qué bonito es volver a ser joven. Termino, termino con algo que no fue de este concierto pero que reúne a dos de sus principales actores, Mariana Flores y Quito Gato, arreglista y guitarrista inigualable. Yo puedo emocionarme con una canción, puedo vibrar, puedo llorar, pero ninguna me llevará tan lejos como esta, Alfonsina y el mar, por favor que alguien la toque en mi funeral cuando muera que prometo despertar para volver a llorar una vez más de pura emoción.

 


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