domingo, 19 de agosto de 2018

Joan Miró



"Construirme un gran taller, lleno de esculturas; que al entrar se produzca una fortísima impresión de encontrarse en un mundo nuevo… A diferencia de los cuadros que están girados contra la pared o de las imágenes hechas sobre una superficie plana, las esculturas deben parecer monstruos vivientes que habitan en el taller, un mundo aparte."

 Joan Miró “Notas de trabajo, 1941-1942”




 Parto del principio que la pintura, como la escultura, no se explica; se puede hablar de ella, pero si se pudiese explicar entonces no haría falta que existiera. Unos días de vacaciones en Santander me han permitido visitar el reciente Centro Botín con una exposición de esculturas de Joan Miró y de su proceso creativo. La apertura del edificio por un lado hacia la bahía y por otro hacia la ciudad de Santander, hacen del edificio de Renzo Piano un continente magnífico para la obra de Miró; si muchas de las obras expuestas son primeros bocetos de futuras esculturas para espacios ciudadanos, verlas a través de una enorme apertura marina les da un sentido completamente nuevo. Imposible por otro lado dejar de imaginar lo que algunas de estas esculturas podrían significar de renovación en un paisaje ciudadano castigado tan a menudo por el mal gusto.

 Tal y como dice Miró en una de las citas que acompañan la exposición, no podemos dejar de soñar con una ciudad que pudiera ser recorrida de escultura en escultura, de forma que estas puedan formar parte de un entorno urbano que compitiera con la naturaleza para acercarse así a un público más amplio, buscando siempre la interacción con el espectador, con el que se pueda establecer un diálogo poético y libre.






 Formas, materiales de trabajo en los que basarse para llegar al bronce final de la escultura, partir de una servilleta en un restaurante para imaginar una escultura en bronce de señor arrogante, utilizar materiales encontrados en casa, desde una caja de ensaimadas a un tenedor, trabajar un objeto para después sumar otros objetos con los que obtener el poema buscado, tal es el laboratorio de experimentación que nos muestra la exposición. Un recorrido que consigue en el visitante esa suspensión de tiempo y espacio que solo el arte es capaz de procurar.

 Quietud, movimiento, volumen, espacio… imposible no pensar en la música. Cuando visito una exposición y esta me atrae particularmente, y la de Joan Miró lo ha hecho como pocas, no puedo dejar de poner música a todo aquello que veo y siento. Sería interesante saber si otras personas experimentan el fenómeno inverso, ver colores y formas a partir de la escucha musical en vivo (para tal experiencia no creo que sirvan las grabaciones). Y sí, me vinieron músicas a la cabeza, pero eso merecerá nuestra atención otro día. Ahora, a modo de aperitivo, dejo un vídeo del Ensemble Intercontemporain con Ionisation, de Edgard Varèse.


 


2 comentarios:

  1. Qué bonita entrada! Dan ganas de ir hasta allí a ver la exposición.

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    1. Pues te aseguro que yo no perderías el tiempo. Yo sentí una emoción muy particular durante el recorrido, fue una experiencia extraordinaria en muchos sentidos.

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