El pasado mes de junio se cumplieron diez años de la muerte de Jorge Semprún, un escritor que reúne, en su vida y en su obra, todas las glorias, las esperanzas y las tragedias del siglo XX. Hace diez años yo hacía un programa de radio llamado Aperitivos musicales en Radio Occitania, y el último de aquellos programas, que salió en antena apenas unos días después de la muerte de Semprún, fue mi modesto e improvisado homenaje a este escritor al que tanto debo, así por las horas disfrutadas con la prosa de su literatura como, o sobre todo, por haberme obligado a ensanchar mi punto de vista y replantearme dogmas recibidos de lecturas y experiencias menos aconsejables.
A través de un estilo muy personal, que yo me permito de nombrar como cinematográfico por su capacidad para mezclar pasado y presente sin perder el hilo narrativo, la obra literaria de Jorge Semprún merece ser leída no solo por lo que tiene de estilo particular, sino porque reúne en sí misma la esencia de una cultura europea: escribiendo sobre todo en francés, con un conocimiento envidiable de la lengua y cultura alemana, pero sin olvidar nunca su origen español. La obra de Semprún, diez años después, no ha perdido nada de su vigencia por la sencilla razón de que hablando de su terrible experiencia en Buchenwald, a la que siempre vuelve en sus relatos, Semprún no nos habla de las miserias vividas, o no solo de ellas, sino de la esencia humana; no en vano el Semprún que es atrapado (y torturado) por la Gestapo es un estudiante de filosofía que se presenta como tal al prisionero encargado del registro de entrada en Buchenwald; avisándole de que eso no sirve en el campo, este olvidará las ínfulas del joven estudiante y le registrará como un trabajador manual. Apenas un detalle que le salvará la vida y del que Semprún no tendrá noticia hasta varias décadas después cuando volverá a Buchenwald por primera vez desde la guerra. Y la vida de Semprún está llena de detalles como este, material cinematográfico puro.
No voy a repetir ahora lo que está grabado en el programa de hace diez años y que dejo más abajo para los curiosos que quieran pasar una hora escuchando radio. Contaré ahora solo una anécdota personal que ilustra y de qué manera la universalidad de un escritor al que yo solo me permito comparar con Manuel Azaña. Cuando hace diez años supe de la muerte de Semprún yo tenía hasta el programa solo unos días, pero con poco tiempo libre para prepararlo porque tenía un viaje de trabajo a Londres para algo importante. En el viaje me acompañó una relectura de La escritura o la vida, sin duda el libro que más me ha marcado de Semprún y que debería ser obligatorio en cualquier programa de estudios. Un colega de trabajo, franco americano para más señas, me vio con el libro y le conté lo que llevaba entre manos para el programa de radio; me contó entonces que sabía quien era Semprún, y que sobre todo había comprendido quien era escuchándole gracias a su conocimiento de la lengua alemana, puesto que le había visto en varios documentales alemanes.
Termino ya. Casualidades de este aniversario o no, dos publicaciones recientes nos han traído el recuerdo de Jorge Semprún. En la primera de ellas, Ivo & Jorge, de Patrick Rotman, el autor traza un paralelismo entre las vivencias de Yves Montand, Ivo por su verdadero nombre italiano, y Jorge Semprún. Nacidos los dos en el extranjero, dos jóvenes al comenzar la II Guerra Mundial, uno empeñado en salir de la miseria y el otro entrando en la resistencia francesa de la mano del PCE. No tengo noticia de que se esté trabajando en una traducción al español, pero si llega el caso prometo volver más extensamente sobre este relato, que a mí me ha interesado y mucho, no en vano el autor fue amigo de ambos y lo que cuenta, bajo una apariencia de ficción, tiene mucho de real.
La segunda es la publicación de sus obras de teatro en una edición de Manuel Aznar Soler y Felipe Nieto, publicados por Renacimiento. No le he metido mano, pero ahí la tengo esperando.
Y solo me queda decir como en las series, continuará, porque a los grandes autores uno siempre vuelve.
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