Una crítica aparecida en Babelia acerca de Las lealtades, recién publicada en España por Anagrama, me lleva a una notable película de Polanski, Basada en hechos reales, que contaba con un guión basado en la novela del mismo título de la autora de Las lealtades, Delphine de Vigan. En un país como Francia, donde la cantidad de obras publicadas (y publicitadas) excede largamente la capacidad del común de los lectores, es necesario a veces una ayuda a través de una anécdota o de una película para que uno se fije en determinados autores. Es lo que a mí me pasó con Delphine de Vigan, apenas un nombre más en el estante de las novedades literarias, y que gracias a la película de Polanski y la lectura posterior de Las lealtades, ha entrado en la lista de mis preferidas.
Historias cruzadas de siete personajes complejos y desdichados, todos en caída libre, más o menos pronunciada, pero en caída al fin y al cabo, y donde cobrarán especial importancia dos chavales, ni siquiera adolescentes todavía, que se inician al alcohol como huida de su cotidiana desgracia. Personajes complejos, bien desarrollados por la autora, la novela irá cambiando la narración en función del personaje del que se ocupa. Poderosa escritura que, con herramientas sencillas, obligará al lector a cambiar constantemente el objetivo y a ponerse en el lugar de los diferentes protagonistas. Un padre completamente deprimido e incapaz de satisfacer un mínimo vital, un hijo de 12 años que se esfuerza por intentar recuperarlo pero que cae en el alcoholismo, el compañero de clase que también va a caer en el alcohol, un padre con doble vida y que esconde a su mujer la bestia racista que lleva dentro, una maestra que confundirá su pasado de niña agredida con la vivencia de sus dos alumnos distraidos… La atención se centrará sobre todo en estos dos niños que sobreviven apoyándose con su amistad y que descubrirán antes de tiempo que la vida va en serio incluso a tan temprana edad.
Leída la novela desde la atalaya lujosa de la soledad y el silencio, Las lealtades no deja de producir una sensación perturbadora con unos personajes tan reales y verosímiles que hacen que uno se plantee si no será su sillón la parte de ficción de esta historia, una historia que pasa más en la descripción de los personajes que en la propia acción. Delphine de Vigan se ha convertido en una de las escritoras a las que seguir la pista, Las lealtades es claramente una de esas raras novelas candidatas a la relectura, ese placer reservado solo a unos pocos libros elegidos. Más de un año después, la lectura de una crítica me ha hecho revivir esos personajes, la zozobra vivida al conocerlos, la impotencia de la caída de los niños… Literatura pura y dura, emoción.
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