lunes, 2 de marzo de 2020

Canciones antiarrugas



  Cambian los soportes, o directamente este no existe, pero de entre las diferentes formas de escuchar música, con el paso del tiempo hay una que en mi caso permanece: escuchar la radio. Siempre fui muy “radiofónico”, eso fue lo que me llevó a hacer radio durante un tiempo, que ese y no otro es el origen de este blog y de su cuenta en facebook, el que quiera saber más no tiene más que seguir la pista y remontarse en el tiempo a entradas más antiguas. Siempre que puedo escucho la radio, empiezo el día con música, con noticias, más música… y de vez en cuando surge la sorpresa. La radio me descubre una música desconocida, la radio me recuerda algún dato que se me había perdido, la radio me cuenta alguna anécdota que me sirve para enlazar con otra cosa y apañar una entrada del blog… A veces, pocas, pero a veces la radio me lleva a algún sitio lejano, otro país, otro siglo, la radio hace el milagro de que desaparezcan las arrugas y que me vuelva a crecer el pelo, y esta mañana me pasó con esta pequeña canción que no tiene nada, que es tonta y ñoña, pero el intelecto a veces se ve incapaz de acceder a rincones a los que solo llegan el sentimiento.

 

 Y más raro aún, esto me ha pasado dos veces en la misma semana, hace solo unos días lo puse en el muro, otra canción llena de trivialidades sobre el amor, pero a mí escuchar esto me deja el cutis más terso que todas las cremas del mundo, llevo varios días escuchándola en bucle, llamo Sara a las compañeras de trabajo y me miran raro, me imagino que la panadera que me sonríe se llama Sara, voy al mercado y el frutero me sonríe también y esa sonrisa me confirma que al menos no se me ha quedado cara de otra cosa sino de felicidad mientras sigo escuchando en mi interior la voz de Stevie Nicks.

 

 Pensaba en estas trivialidades cuando mi hija me pide en el trayecto matinal (entre otras cosas soy su taxista) que ponga una de “sus” músicas, que son tontas tontísimas, tan tontas y tan simples que me recuerdan lo tontas y simples que decía mi madre que eran algunas de las músicas que me gustaban de joven adolescente, y con las que ponía a prueba su casi infinita paciencia. En ese momento entonces me pregunto si algún día, dentro de un tiempo en el que yo ya no estaré, ocurrirá que mi hija escuche por azar una de estas músicas que hoy me pide y entonces piense que… el ciclo de la vida continúa.


 


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